Entre familiares, ajetreos navideños y un poco obligado me encontré sumergido en el arte encantador de envolver regalos. Recuerdo las Navidades desde mi infancia, donde cada paquete es como un cuento que esperaba ser descubierto.
Todavía hoy, cada pliegue de papel y lazo es un recordatorio de esa emoción. Mis manos se mueven con el papel, creando pequeñas sorpresas llenas de entusiasmo. Este año, os invito a envolver sus regalos con esa misma chispa. Que cada paquete sea un pedacito de alegría y una promesa de momentos especiales.
Entre papel, celo y cintas compartamos la magia de dar. Porque, al final, los regalos más valiosos no están solo dentro del paquete, sino en el afecto que los envuelve.
Con cariño, Franco.